Tus líneas azuladas en la noche
Como mares delirantes por tu piel,
Cuatrocientas conchas son tu pecho claro
De hielo en ardientes brazas es tu abdomen que no logran derretir
Y el vaivén cómodo de tus manos como prolongados caballos en cárceles de miel
Si es que el tiempo ya no es tiempo
Y lo morado marca el compás de las palabras
Cual metrónomo que se resiste a detener.
Y como no atacarte plenamente
Si los cielos grises ya no pueden disiparse
Si mi tiempo ya no es tiempo
Que el azul derrama lágrimas de goce
Con tibias escafandras que quitamos con afán.
Y como no escribirte abiertamente
Si tus piernas con las mías se asfixian de placer
Pablo Casas.
Septiembre de 2009
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