miércoles, 10 de agosto de 2011

Kellogg's a la mañana


Un escrito de hace un tiempo...



Me encanta enrollarme en mis cobijas. Me encantan los kellogg’s a la mañana, reírme de todo lo que pasa.  Escribir poesía cuando encuentro la inspiración. El olor del oleo, que me abracen a la madrugada, y ver dormir a la persona que amo.

 Sino me abrazas te sacudo, sino  duermes te arrullo, si tienes hambre te doy kellogg’s, y si te produzco miedo te beso, y te repito que soy yo, y que eres tú, y que no  importan los demás… que soy tu chico, y que si soy un poco raro no es de aposta, que soy así, y quizá por eso mi viste entre la multitud… quizás por eso me besaste, quizás por eso me abrazas y dices mi nombre mientras duermes… quizás por eso pese a los meses y los años nos vemos y nos dan nervios… quizás por eso pese a todo, jamás nos hemos gritado, y nunca lo haremos…

Somos raros, y nadie entiende… nadie lo entiende, y a nosotros no nos importa porque nos entendemos a la mañana cuando nos despertamos con un beso, y ponemos películas de muñequitos, mientras lucho porque nuestros sueños no se mueran en el pavimento… 

jueves, 4 de agosto de 2011

De Andrés a Amy, de los 25 a los 27


Uno debe tener un límite de días hasta donde se puede volver atrás y empezar a comerse los días perdidos, para terminar con una deuda de mil y de allí en adelante vivirlos completos.
                                                                                                                                                Andrés Caicedo


Yo recuerdo, o creo recordar, que en años de adolescencia me hablaban de Que viva la música!, que nombre de telenovela de 8 pm, pensaba yo… Así pasaron unos años en que el destino, dirigido por dioses de ecuaciones y de humos azulados de cigarro, no permitieron que me topara con él, con Andrés, llevándome con asombro a una fría tarde en que en manos del teatro Matacandelas que Andrés llegara a mí, contundente, vivo, en un teatro libre de Chapinero a reventar.


Y pues ese mismo día, Angelitos Empantanados, fueron empantanándome la cabeza… que curioso, Angelita, mi Angelita me presentó a Andresito viendo Angelitos empantanados, y es que tengo los años suficientes para alejarme de la idea de que todo es una mera coincidencia… Un misticismo, fe llaman algunos, me arrojan en una piscina donde todo tiene una historia de eslabón, que se va juntando con el otro, y la otra y así hacernos uno solo.

Andrés, del que dicen que fue consumido por su propia angustia, viviendo en un mundo que le quedó pequeño, con sus lecturas continuas y su amor por el cine, las drogas, el licor y el amor a su juventud.  




Con Amy Winehouse el encuentro fue menos fácil, me la sugirieron y si bien quede impactado un brecha me separo rápidamente de ella, al creerla parte de ese renovado grupo de artistas que se hacen los “desequilibrados” para capturar adeptos, pero que todo es una fría mascara,  y estos quedan arrojados con más fuerza al mundo de lo corriente.

Pasaría más de un año, cuando al fin pude ver que era real, que su dolor interno lo hacia música, como algo tan malo puede ser tan bello? Sus movimientos descoordinados en vivo, su pelo revuelto de angustias, de cocaína, de susurros melancólicos de amores interrumpidos. 

Amy y Andrés, los incomprendidos, los atacados, los enamorados… Ahora sé que la originalidad está prohibida, que hay que hacer las cosas según un patrón y entre más establecido mejor, sentenciaba Caicedo, como si tuviesen camisas de fuerza de frías cadenas de hierro y encima una sociedad putrefactas que encierran lo que no pretende seguir el molde.

El 23 de Julio me desperté en mi tierra natal, hacía un sol que me llenó de energía como siempre… Desayunamos montones en familia reunidos, luego, horas después fuimos al cementerio, visitamos la tumba de mis abuelos, lloramos un poco, no pudimos evitarlo… Regresamos a casa, era medio día, reíamos, soñábamos con mundos mejores, con la esperanza de un mundo que no existe… Busque las noticias en internet y encontré para mi horror en la primera línea.. Amy Winehouse fue encontrada muerta en su piso en Londres… y entonces, en medio del desaire, de la frustración, pensé en Andrés Caicedo y puse Rehab mientras echaba un vistazo a Calicalaboso y el día se me fue muriendo, en las manos,  sin poder hacer nada para remediar en algo, el destino de los dioses musicales.