domingo, 20 de junio de 2010

Llanto Hondo por Mercedes Sosa





“Como no te voy a comprender hermano si a mi me esta pasando lo mismo, te cansó la mentira y la traición, no podemos ser felices en un mundo donde prima el egoísmo, la codicia, la mezquindad, yo todavía sigo andando pero a vos hermano, se te cansó tu viejo corazón”
Alfredo Abalos

El día domingo 4 de Octubre de 2009 me levanté con el deseo de ir a pintar un poco en la sabana de Bogotá, en algún bosque. Eran alrededor de las 9 de la mañana. David me animó a apresurarme, me hablo de caminar por una montaña, de desayunar viendo un sol tibio y tímido de domingo en calma, y me llené un poquito de vida, vida que se me había muerto entre los brazos. Entonces sonó mi teléfono celular, al otro lado la voz dulce de mi hermana que hacia un mes había dejado de vivir conmigo, me saludo con ánimo y yo le conté que me iría a un mini paseo sabanero, y fue cuando su voz se pauso y me dijo: ¿Entonces no sabes?, yo quede sin aliento, mi cuerpo repudio el dolor en forma de un absorto enmudecimiento momentáneo, que rompí diciendo Mercedes? No me digas que Mercedes ha muerto.



Siempre había querido escribir sobre esto, pero el dolor y la desesperanza que me cobija la saber que ya no vive, que sus manos no están tomando un pocillo con café, que su sonrisa se fue junto con esa forma particular de pronunciar la R… estas cosas son las que no me dejaban escribir. Han tenido que pasar más de 8 meses para que sea apenas capaz de escribir que ha partido, de sentarme al frente de este aparato y entre llantos asumir cuanto dolor aun queda en mi sangre. 

A Mercedes Sosa la conocí en 1998 cuando oí Alfonsina y el Mar, entendí que su cálida compañía es algo que tendría y necesitaría por siempre. Nunca estuvo lejos, siempre cerquita, apabullando o impulsando mi corazón descompasado, asimétrico, burdo, pero que siempre supo moldear. Su ausencia es algo que pese a los meses uno no se puede acostumbrar. Aun lloro tumbado en un parque, o en alguna silla de mi casa al oír su voz y sentir el golpe de su ausencia, y es que no me quiero tampoco acostumbrar… Y menos en los días que vivimos, en un mundo tan complejo, tan lleno de desdicha y desinterés por el otro, en que ni el amor nos salva, en que somos marionetas rotas de diversión de dioses silenciosos. Mechas, la negra, hacía que viera en algo un poco más el sentido a la vida, me ayudaba, me socorría, estos 8 meses de desamparo y que se juntan con otros dolores me dejan fatigado, sin fuerzas, sin estimulo, y sin esperanza de encontrar mi felicidad. Mercedes se fue, pero no sin antes dejarme a un amigo suyo a mi lado, a Roge, quizá siempre lo supo, que cuando me faltará tendría que dejarme alguien que me sacará a flote, alguien que al hablar me dieran ganas no de vivir, sino de sobrevivir. Y es que la muerte de ella no me dejo sin una artista, me dejo sin una madre, sin una hermana, sin una amiga, con quien tomaba tinto, con quien lloraba brevemente, con quien resolvía ecuaciones… Pero eso a veces, no lo pueden entender.




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