lunes, 9 de enero de 2012

Ay Chavela!!!




Se abre la cantina. Las puertas laterales de madera son abanicadas por mi paso como si fuesen hojas llevadas por el viento.  Ay de mi llorona!!!

En el fondo está, en una mesa de madera sin pulir, bañada por una tenue luz amarillenta, que sucumbe al ritmo del guitarreo de una ranchera honda, que se ahoga por los años en la garganta de los amantes. Nos dejamos hace tiempo, pero se llegó el momento de perder.

Yo tan embriagado como siempre de tus besos, tus ojos  y esa imagen toda tuya, de cianuro que me va volviendo las venas ríos de frías aguas que salen de tus manos reposadas en mis piernas. 

Los tequilas van pasando, la sal de mis lagrimas coladas por el rumor de mango y caña nueva con que me llenaste al son, caliente de aquel danzón, danzón que nunca nos animamos a bailar… Sería el temor de encontrarnos al fin juntos en nuestro propio malecón de soles y sabanas dibujadas en mi cuarto de un quinto piso agotador. 

Ay Chavela Vargas, te encuentro entre las sombras de lo que alguna vez fui, para llorar encima de tus piernas caminantes, en una noche de lunes, en que de mí se va todo y queda para mi desespero y desangre, tu voz de dolor que se vuelve polvo, pasado, desquicio y arrebato eterno, de este pobre corazón. 


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