lunes, 1 de marzo de 2010

El Barcino en cenizas por el Huila





La muerte se aparece por las esquinas como briosos toros en una tempestad pausada, extrañamente pausada; pero contundente como para recordarnos la noble labor de la vida. Hoy a la madrugada murió Jorge Villamil, uno de los más profundos y acertados compositores colombianos… su sangre jamás fue roja solitaria, sino tostada de amarillos e inundada de salados azules mezclados por una pasión por la música, que en un últimas no es más que una clara visión particular de la vida. No la vida a la que nos lanzamos cada mañana al despertar, sino esa que se queda encerrada en las habitaciones, en los pechos, debajo de las costillas, del cráneo, de los veloces impulsos eléctricos de la cabeza.

Atrás escribió para contarnos lo que es el oropel, que la vida es una ruleta que en las vueltas locas ganamos oropel… Que si apostamos al amor cuantas tristezas cuantos desengaños… pero que qué más da, tomemos este trago y brindemos por la vida, pues todo es Oropel…

Y como olvidar que hay un novillo por allá bello en la sierra, que en los tiempos de la violencia se lo llevaron los guerrilleros, y que animamos con un arre esa alma de acero, y esa mirada que lleva fulgor de torito fiero… el Barcino, que es la metáfora hermosa de tantos y tantos Colombianos que caminan a cuatro patas, dos que los sostiene y las otras son la valentía y la libertad…

Él quedará siempre en el ambiente del Huila, no sólo por sus cenizas que esparcirán allá, sino por ese sonido que la tierra guarda, que los árboles impulsan, que la cuevas encierran como un eco y que irremediablemente a mí me llevan a mi abuelo, a mi infancia, y a otras cosas que ya para qué recordar…



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