viernes, 19 de febrero de 2010

Bogotá Retorna Gris con Pony Malta





Las nubes nuevamente están cumpliendo esa labor precisa de aplastar la luz de la ciudad. Un cigarrillo en la esquina ha sido apagado, y el humo lento sube a encontrarse con un más espeso y denso gris que llega a la cita con una Bogotá caliente como si se hubiera transportado en complicidad con dioses volátiles a tibias zonas tropicales…

Ya se escuchan los gritos de poetas en manada que responden al ambiente desgastado y al cemento que se endurece nuevamente en estos días. Las ventanas son paisajes de azul adormecido, de luces acalladas, de sombrillas negras que ocultan bajo sus telas transeúntes pensativos, taciturnos, acelerados por la lluvia fina que no permite que olvidemos antiguos tiempos de busetas verdes y olor a chocorramo con Pony Malta; y es que los nubarrones se hacen cómplices de los versos, de las angustias, del humor de ocaso que asoma en las esquinas de la 30 con 45.

Bogotá vampiresa, que el sol la daña un poco, que le quita ese deleite simple por los abrigos y las bufandas, y las corbatas ajustadas que incomodan menos… Hoy desperté de pronto viendo que todo era un poco más oscuro, y me di la vuelta para seguir durmiendo, confiado, esperanzado, en que despertar de noche es una martirio que mi corazón poco resiste y que se acelera con ánimo explosivo, pero fue en vano, los sonidos furiosos de las calles me dijeron que ya no era la noche, solo que Bogotá se arropaba nuevamente de su antigua y bella capa de oscuros gases manchando el cielo.

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